Ciudades que abrazan la diferencia: Diversidad cultural para un desarrollo sostenible

Ciudades que abrazan la diferencia: Diversidad cultural para un desarrollo sostenible

 

Conmemoración del Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo

Una mirada latinoamericana desde las ciudades, los saberes y el derecho a participar

 

Durante el mes de mayo, especialmente cada 21, se conmemora el Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo. Esta fecha —establecida por la ONU en 2002— no solo invita a valorar la riqueza cultural de nuestras sociedades, sino que nos urge a repensar cómo convivimos, planeamos nuestras ciudades y construimos futuro.

Hoy más que nunca, la diversidad no puede entenderse como un simple adorno o una celebración aislada. Es un pilar estructural del desarrollo sostenible, en especial en América Latina: una región plurinacional, con raíces profundas en los pueblos indígenas y afrodescendientes, marcada por migraciones y luchas históricas por la igualdad.

Con esta publicación, queremos cerrar mayo reconociendo el poder transformador de la diversidad cultural a través de tres ejes clave: ciudades diversas, desarrollo sostenible intercultural y diálogo con participación ciudadana. En cada uno de ellos destacamos el trabajo de la Fundación Progressio Ecuador, que impulsa procesos de cambio local y regional con enfoque de derechos, interculturalidad y sostenibilidad.

 

Ciudades diversas: construir desde la diferencia

Las ciudades no son neutrales: reflejan las culturas, los conflictos, las decisiones de quién puede habitar, moverse y expresarse. Por eso, pensar en ciudades diversas es imaginar urbes inclusivas, donde todas las personas, independientemente de su origen, identidad o forma de vida, encuentren un lugar.

En las ciudades de hoy se entrecruzan miles de historias, lenguas, creencias, modos de vida. Lejos de ser homogéneas, las urbes contemporáneas son espacios profundamente plurales, donde convergen migrantes, pueblos originarios, comunidades afrodescendientes, juventudes diversas, personas de distintos géneros y condiciones.

Pero esta diversidad no siempre se traduce en inclusión. Muchas ciudades han sido construidas desde lógicas excluyentes: zonificación que margina barrios populares, transporte que ignora periferias, políticas públicas que no consideran otras formas de habitar o convivir.

El reto —y la oportunidad— está en reconocer esa diversidad como base para repensar la planificación urbana. ¿Cómo diseñar barrios donde todas las culturas tengan lugar? ¿Cómo garantizar el derecho a la ciudad para quienes han sido históricamente excluidos?

En América Latina, se habla cada vez más de “ciudades interculturales”: espacios urbanos que no sólo toleran la diferencia, sino que la promueven como eje de cohesión social. Estas ciudades implementan políticas para integrar a comunidades migrantes, apoyar mercados culturales locales, garantizar la educación bilingüe y fomentar la participación ciudadana diversa.

En Ecuador:

Quito, por ejemplo, ha iniciado procesos para incorporar el enfoque intercultural en la planificación municipal, reconociendo la existencia de comunidades indígenas urbanas y de población migrante venezolana. En Cuenca, festivales comunitarios han servido como herramientas de integración barrial. Y en ciudades como Otavalo o Riobamba, los mercados son espacios donde conviven dinámicamente saberes kichwas, mestizos y afrodescendientes.

La ciudad diversa no es solo la que alberga múltiples culturas, sino la que se atreve a planificar con ellas.

Las ciudades actuales son el reflejo de una humanidad diversa: migrantes, pueblos originarios, afrodescendientes, mujeres, jóvenes, comunidades LGBTIQ+, entre otros. Sin embargo, la diversidad no siempre se traduce en inclusión. Muchas veces, las políticas urbanas ignoran las particularidades culturales, sociales y económicas de estos grupos, perpetuando desigualdades.

La Fundación Progressio Ecuador trabaja activamente para transformar esta realidad. Su misión es construir alianzas estratégicas que fomenten el progreso del Ecuador en diferentes ámbitos, trabajando con un enfoque interseccional, intercultural e intergeneracional para contribuir a la construcción de una sociedad inclusiva y sustentable .

Ejemplos de su labor:

  • Fortalecimiento organizacional y formación: Progressio capacita a comunidades y organizaciones para que puedan participar activamente en la toma de decisiones urbanas, promoviendo una gestión territorial inclusiva. 
  • Personas en movilidad humana: Desarrolla proyectos que facilitan la integración social y económica de migrantes y refugiados, reconociendo su aporte cultural y económico a las ciudades. 
  • Cultura y patrimonio: Implementa iniciativas que preservan y promueven la diversidad cultural urbana, como festivales, talleres y actividades comunitarias.

Estas acciones no solo enriquecen el tejido social urbano, sino que también fortalecen la identidad colectiva y promueven una convivencia armoniosa entre diversas culturas.

Ejemplos destacados:

En ciudades como Quito y Cuenca, Progressio apoya espacios interculturales de diálogo entre gobiernos locales y organizaciones migrantes.

Desarrolla capacidades en barrios multiculturales, fortaleciendo redes de mujeres, jóvenes y líderes comunitarios para que inciden en políticas urbanas.

Impulsa proyectos de urbanismo comunitario con enfoque de equidad y género.

Como afirma su Coordinador: “La ciudad no debe ser una lucha por sobrevivir, sino un lugar donde todas las culturas puedan florecer”.

 

Desarrollo sostenible con enfoque intercultural

No hay sostenibilidad sin inclusión. Los modelos de desarrollo deben reconocer la diversidad de saberes, especialmente de pueblos originarios y comunidades tradicionales que han convivido históricamente con la naturaleza.

 

 

La Agenda 2030 de las Naciones Unidas plantea 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pero rara vez se habla de la cultura como un pilar fundamental para alcanzarlos. Sin embargo, para muchas comunidades del mundo, la sostenibilidad no se entiende sólo en términos económicos o ecológicos, sino también desde lo cultural: cómo se vive, qué se valora, qué se transmite entre generaciones.

En Ecuador, el concepto de Sumak Kawsay —el Buen Vivir— propone una visión alternativa al desarrollo, basada en la armonía entre los seres humanos y la naturaleza, y en la vida comunitaria como principio de bienestar. Este enfoque, heredado de las cosmovisiones andinas, ha sido incluido en la Constitución de 2008 y representa una de las propuestas más innovadoras a nivel global.

El desarrollo sostenible con enfoque intercultural implica reconocer los saberes ancestrales como fuentes válidas de conocimiento y acción. En la Amazonía, comunidades indígenas han protegido la biodiversidad durante siglos sin necesidad de modelos extractivos. En los Andes, prácticas agrícolas como el chakramama o las mingas son expresiones de sostenibilidad social y ambiental.

En Ecuador:

  • En Imbabura y Chimborazo, mujeres indígenas lideran redes de producción agroecológica que recuperan semillas nativas y prácticas de cultivo respetuosas con el suelo.
  • En Esmeraldas, iniciativas afroecuatorianas promueven el turismo cultural comunitario como forma de generar ingresos sin destruir los ecosistemas costeros.
  • Organizaciones como Fundación Progressio trabajan articuladamente con gobiernos locales y comunidades para fortalecer capacidades desde el territorio, conectando la identidad cultural con soluciones sostenibles.

Además, cada vez más jóvenes urbanos buscan reconectar con saberes tradicionales, organizando ferias agroecológicas, festivales de medicina ancestral o encuentros interculturales que rescatan la diversidad como respuesta a la crisis climática y al consumo desmedido.

El desarrollo sostenible debe ir más allá de lo económico y ambiental; debe ser culturalmente inclusivo. La Fundación Progressio Ecuador integra la interculturalidad en sus proyectos, reconociendo que los saberes ancestrales y las prácticas culturales son fundamentales para alcanzar una sostenibilidad real y duradera.

Áreas clave de intervención:

  • Soberanía alimentaria: Progressio promueve la producción local de alimentos, respetando las tradiciones agrícolas indígenas y afroecuatorianas, y fomentando la seguridad alimentaria en comunidades rurales y urbanas.
  • Turismo y medio ambiente: Desarrolla modelos de turismo sostenible que respetan y valoran las culturas locales, promoviendo el ecoturismo y la conservación del patrimonio natural y cultural.
  • Desarrollo económico y solidario: Apoya emprendimientos y cooperativas locales que integran prácticas económicas solidarias, fortaleciendo la economía local y reduciendo las desigualdades.

Estas iniciativas demuestran que el desarrollo puede ser inclusivo, respetuoso y sostenible, integrando la diversidad cultural como un pilar fundamental. Luego, la diversidad no solo es compatible con la sostenibilidad, sino que es su base más sólida.

 

Diálogo, derechos y participación intercultural

La diversidad no se trata solo de coexistencia, sino de convivencia activa: diálogo entre culturas, participación en la toma de decisiones, y reconocimiento mutuo. Esto fortalece la democracia y la justicia social.

 

 

Celebrar la diversidad no es suficiente. Para que esta sea una verdadera fuerza de transformación, debe estar acompañada de diálogo intercultural y ejercicio pleno de derechos. De lo contrario, la diferencia corre el riesgo de ser superficial: un desfile de colores sin igualdad real.

El diálogo intercultural no es solo una conversación entre culturas, sino una forma de construcción democrática: escuchar activamente, reconocer al otro como legítimo interlocutor y generar consensos para la convivencia.

En este sentido, la participación ciudadana juega un papel clave. ¿Quiénes toman las decisiones en nuestras ciudades? ¿Están representadas las comunidades indígenas, afro, migrantes, campesinas, jóvenes, personas LGBTQI+?

En Ecuador, el marco constitucional reconoce al país como plurinacional e intercultural. Esto implica no solo el reconocimiento formal de los pueblos y nacionalidades, sino el compromiso de asegurar su participación activa en los asuntos públicos.

Además, el arte ha sido un canal poderoso para el diálogo: desde el teatro callejero hasta los festivales de música afro, estos espacios permiten que distintas culturas se expresen, se reconozcan y se transformen mutuamente.

La diversidad no es posible sin participación. Y la participación no es plena si no se reconocen todas las voces.

La participación activa de todos los sectores de la sociedad es esencial para una democracia plena. La Fundación Progressio Ecuador promueve espacios de diálogo intercultural donde todas las voces son escuchadas y respetadas, especialmente las de comunidades históricamente marginadas.

Iniciativas destacadas:

  • Fortalecimiento organizacional y formación: Progressio capacita a líderes comunitarios y organizaciones sociales para que puedan abogar por sus derechos y participar en procesos de toma de decisiones.
  • Personas en movilidad humana: Facilita la integración de migrantes y refugiados en la vida cívica y política, asegurando que sus derechos sean reconocidos y protegidos.
  • Cultura y patrimonio: Organiza eventos y actividades que celebran la diversidad cultural, promoviendo el entendimiento mutuo y el respeto entre diferentes grupos.

Estas acciones contribuyen a la construcción de una sociedad más justa, equitativa y democrática, donde la diversidad es vista como una fortaleza y no como una amenaza. Así: “Escuchar es también una forma de planificar. Y planificar desde la diversidad es cuidar el futuro colectivo.”- Coordinador Regional de Progressio.

 

La interseccionalidad como clave para un desarrollo verdaderamente inclusivo

 

 

En América Latina, la diversidad cultural no es solo una característica, sino una riqueza que debe ser reconocida y valorada en su complejidad. La interseccionalidad, un concepto introducido por Kimberlé Crenshaw, nos invita a comprender cómo diversas formas de opresión —como el racismo, el sexismo, el clasismo y la xenofobia— se entrelazan y afectan de manera única a las personas según su identidad múltiple y situada .

Este enfoque es esencial para abordar las desigualdades estructurales que persisten en nuestras sociedades. Por ejemplo, las mujeres indígenas o afrodescendientes enfrentan desafíos específicos que no pueden ser comprendidos ni resueltos si se analizan de manera aislada. Reconocer estas intersecciones permite diseñar políticas públicas y estrategias de desarrollo que respondan de manera más efectiva a las realidades complejas de nuestras comunidades.

La Fundación Progressio Ecuador ejemplifica este enfoque al integrar la interculturalidad y la sostenibilidad en sus proyectos, promoviendo la participación activa de comunidades diversas en la construcción de su propio desarrollo. Su trabajo demuestra que un desarrollo verdaderamente inclusivo sólo es posible cuando se reconoce y se actúa sobre las múltiples dimensiones de la identidad y la opresión.

En este Día Mundial de la Diversidad Cultural, es fundamental recordar que la inclusión no es un acto de caridad, sino una necesidad para construir sociedades justas y equitativas. La interseccionalidad nos ofrece una herramienta poderosa para entender y transformar las estructuras de poder que perpetúan las desigualdades. Solo a través de un enfoque que reconozca y valore la complejidad de nuestras identidades podremos avanzar hacia un futuro más inclusivo y sostenible.

 

 

Mayo nos deja muchas reflexiones, pero también compromisos para el resto del año:

  • Escuchar y amplificar las voces diversas de nuestras comunidades.
  •  Apoyar iniciativas locales que promuevan la justicia, la cultura y la equidad.
  • Participar activamente en procesos ciudadanos: cabildos, presupuestos participativos, espacios de planificación.
  • Compartir saberes, respetar diferencias y construir nuevas formas de convivencia desde la diversidad.

 

Investigación realizada por Lorena Yáñez, ONUVD.

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